Educación ambiental: "El huerto y su entorno natural"



“Quien no conoce nada, no ama nada. (…) Cuanto mayor es el conocimiento
inherente a una cosa, más grande es el amor…
Paracelso (alquimista y médico suizo, s.XVI)
Desde la antigüedad, el ser humano, como todo ser vivo, ha estado interactuando con el medio ambiente que le rodea. En muchos casos alterando dicho entorno en su propio beneficio. Por esto, los problemas ambientales actuales no son algo nuevo.
Sin embargo, en las últimas décadas se ha hecho cada vez más necesario abordar dichos problemas desde los cimientos de la educación ya que de ello depende el futuro del planeta y sus especies, incluyendo a la especie humana.
Las personas desarrollamos nuestra vida, a menudo de forma inconsciente, de espaldas a nuestro entorno natural, sin pensar las consecuencias que de hecho derivan cada una de nuestras acciones cotidianas, tales como el consumo innecesario de productos textiles, plásticos, productos de limpieza, alimentación poco saludable, el tratamiento y ahorro de agua, el transporte, combustibles, la energía y su procedencia, etc.
Desde esta premisa, surge la necesidad de una educación ambiental verdadera, que llegue y parta desde lo más profundo de nuestro ser. Sentirse parte de la naturaleza como ser viviente. Tomar conciencia de que cada pequeña acción que realicemos repercutirá en mayor o menor medida en la salud de la biosfera.
La educación ambiental tiene como objetivos fundamentales el de crear conocimiento para ayudar a que las personas comprendan el medio ambiente, sus procesos, los problemas a los que se enfrenta y el papel de la humanidad en ellos; fomentar actitudes en las personas para el aprendizaje de valores sociales y un interés por el medio ambiente que los impulsen a participar en su protección y mejora; fomentar aptitudes necesarias para resolver los problemas ambientales; capacidad para evaluar y proponer mejoras y la participación activa en la protección del medio ambiente.
En la escuela, estos objetivos e ideas se transforman en hechos y en modo de vida, es lo natural. Todas las pequeñas acciones importan: utilizar y consumir solo lo necesario, el ahorro de energía y agua, la reutilización de materiales, la alimentación saludable y proveniente de agricultura sostenible, el conocimiento, amor, cuidado y respeto por los seres que viven y comparten su espacio con nosotros…todo es de vital importancia.
Somos parte del ciclo de la vida y todos colaboramos para que este ciclo permanezca y continúe por el bien común.
Un buen ejemplo de esto son las primeras acciones llevadas a cabo a través del trabajo en el huerto escolar desde la etapa de nido, conscientes de ser esta una forma certera y real de establecer conexión con la Tierra a través de los sentidos. En comunidad infantil sembrando y cuidando plantas aromáticas que protegerán de plagas al huerto entero. En casa de niños y taller comenzamos por el conocimiento de nuestros suelos y subsuelos su composición química, sus componentes, la importancia de su protección y cuidados,… incluso su textura o su aroma.
“Aquel soleado día, hundimos nuestras manos en la tierra, como muestra de agradecimiento por los frutos que nos da”.
De esta manera, con las manos aún “manchadas”, surgieron ideas que se compartieron y discutieron in situ, tomando así conciencia de la problemática de la fertilización de suelos con químicos y no con abonos de origen natural; o del abuso
de los suelos por exceso de producción agrícola o de la contaminación de los acuíferos que desembocan después en ríos y mares, etc.
Días después, la correcta elección de cultivos de temporada acordes al clima mediterráneo y la época del año, los cuidados y organización de riegos, la cosecha de aceituna de nuestras oliveras al estilo tradicional, asociaciones de cultivos,… y, volviendo a la idea cíclica de la vida, la fabricación de compost para devolver a La Tierra parte de lo que nos da…
En definitiva, sentimos que nuestro esfuerzo, cuidados del huerto, del entorno y el amor por La Tierra ya están dando su fruto no sólo en forma de brócoli o lechuga sino también como experiencia vital única, natural y duradera.