Música
¿Cómo la música se adentró en nuestro espacio?
Camino por el pasillo de flores y todo parece estar en calma; el silencio me arropa y una paz me llena por dentro. De pronto, el canto de un pájaro interrumpe este silencio, lo cual me conmueve y me alegra. Disfruto del canto. Sigo caminando y, a lo lejos, escucho un sonido que me recuerda a un niño. Me acerco y descubro que, efectivamente, es un niño pequeño intentando entonar una melodía; lo observo en la distancia y lo escucho. Pasados unos segundos, una niña se acerca y lo acompaña en la interpretación. Me parece fascinante cómo se comunican entre ellos con una especie de jerga infantil. Se miran, se imitan y continúan cantando; se percibe la concentración que consiguen, incluso cuando otros niños se acercan y se unen a la interpretación. Se contemplan infantes de diferentes edades, sintiendo el fluir de la interacción entre ellos. Es bonito observar como cada cual interpreta la melodía y utiliza diferentes instrumentos, tantos corporales como musicales, consiguiendo crear un ambiente rico en armonía sin ser conscientes. Asimismo, ésta les ayuda a todos a moverse juntos. Es así, como la música entra en nuestro espacio: de forma natural, desde el silencio hasta las melodías improvisadas.
Está demostrado que la música provoca un incremento en la capacidad de atención, memoria y concentración. Además, mejora la capacidad de resolver conflictos y da lugar a la creación de conexiones neuronales en el cerebro. También, al combinarse con el baile, estimula los sentidos, el equilibrio y el desarrollo muscular; así como, el sentido del ritmo. Del mismo modo, fomenta la responsabilidad en lo que se hace y el respeto en la convivencia hacia los demás.
En resumen, la música es una vía de aprendizaje, disfrute y expresión; es por ello que, se convierte en parte imprescindible de nuestro espacio educativo.